Los chongones, un mono y dos santos.
Primera parte
Los Chongones eran Guancavilcas, al igual que los Chanduyes, Colonches y Lampunas (de la isla Puná); todos ellos habitaban las actuales provincias de Guayas y Santa Elena. Para los antropólogos son una variante de la cultura Manteña, siendo Emilio Estrada el primero que los identificó como "Manteños del Sur" o "Huancavilcas".
Cuando los conquistadores hispanos llegaron a nuestra tierra, los Manteños ya dominaban el arte de la navegación y habían desarrollado un ingenioso sistema de navegación con grandes balsas que aprovechaban la fuerza del viento por medio de velas y guares lo que les facilitó el control del tráfico y el comercio a lo largo de la costa del Pacífico, desde el norte de Chile hasta México. Los más diestros navegantes pertenecían a importantes señoríos como el de Jocay y Çalangome -Ubicados en la ahora provincia de Manabí- quienes además formaban parte de una "Liga de Mercaderes" (Jacinto Jijón y Caamaño: 1952). En cuanto a los Chongones, Zevallos Menéndez (1995) afirma que "según viejas crónicas, fueron grandes guerreros que compartieron con los de la isla Puná el control de las islas del Estero Salado y gran parte del territorio que rodeaba lo que hoy es la ciudad de Guayaquil".
Desafortunadamente el choque cultural entre aborígenes e hispanos significó el fin de civilizaciones milenarias como resultado del "Colapso demográfico" de la América aborigen propuesto por el historiador Noble David Cook (2000), quien señala que entre el año de la llegada de Colón a América y el 1600 existe un descenso poblacional del 90%, es decir, de una cifra estimada en unos 20 millones de hab. a unos 2 millones de hab; la despoblación es más acentuada en las tierras bajas y regiones tropicales: en consecuencia, afirma Cook, es la pérdida humana más masiva de la historia.
Nota aclaratoria.- No pensaba escribir un artículo más extenso del que ya está originándose, el alcance del título sucedió ser más complejo de lo esperado y si bien dice "Los Chongones, un mono y dos santos", seguro que habrán notado que apenas he tratado de los Chongones... Vale la aclaración porque aún me falta exponer de la comuna en sí "Chongón", su mono y claro, "los dos santos". En consecuencia apenas he comenzado y ya hay material para dos partes más.
Izquierda. Portada de la primera parte de la Crónica del Perú de Pedro Cieza de León, Cronista de Indias. Imagen tomada de la reproducción digital de un original de 1553 que reposa en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia (España), cuyo titulo completo dice: "Crónica del Perú: que trata la demarcación de sus provincias, la descripción de ellas, las fundaciones de las nuevas ciudades, los ritos y costumbres de los indios y otras cosas extrañas dignas de ser [...].
Derecha. Incensario con figura antropomorfa de la cultura Manteña, sitio Olón, Provincia de Santa Elena. Colección Banco Central del Ecuador.
Mapa de las grandes comunidades indígenas de la Península de Santa Elena según Silvia Álvarez (1990), elaboración propia. |
Cuando los conquistadores hispanos llegaron a nuestra tierra, los Manteños ya dominaban el arte de la navegación y habían desarrollado un ingenioso sistema de navegación con grandes balsas que aprovechaban la fuerza del viento por medio de velas y guares lo que les facilitó el control del tráfico y el comercio a lo largo de la costa del Pacífico, desde el norte de Chile hasta México. Los más diestros navegantes pertenecían a importantes señoríos como el de Jocay y Çalangome -Ubicados en la ahora provincia de Manabí- quienes además formaban parte de una "Liga de Mercaderes" (Jacinto Jijón y Caamaño: 1952). En cuanto a los Chongones, Zevallos Menéndez (1995) afirma que "según viejas crónicas, fueron grandes guerreros que compartieron con los de la isla Puná el control de las islas del Estero Salado y gran parte del territorio que rodeaba lo que hoy es la ciudad de Guayaquil".
Desafortunadamente el choque cultural entre aborígenes e hispanos significó el fin de civilizaciones milenarias como resultado del "Colapso demográfico" de la América aborigen propuesto por el historiador Noble David Cook (2000), quien señala que entre el año de la llegada de Colón a América y el 1600 existe un descenso poblacional del 90%, es decir, de una cifra estimada en unos 20 millones de hab. a unos 2 millones de hab; la despoblación es más acentuada en las tierras bajas y regiones tropicales: en consecuencia, afirma Cook, es la pérdida humana más masiva de la historia.
De manera particular, en la Real Audiencia de Quito, la población se redujo en un 85% (Lynn Hirschkind:2007) principalmente por las epidemias como el sarampión, viruela, tifus y difteria, más el daño causado por las guerras, migraciones y huídas que terminaron desarticulando las sociedades indígenas. Parece que la peor parte le tocó a la costa donde la población desaparece en un 95%, a diferencia de la sierra donde la disminución es de un 80%. Aquellos pobladores de la costa que no fueron víctimas de las epidemias occidentales o de los sistemas de explotación de su fuerza laboral se vieron obligados a huir hacia el interior.
Y en verdad parece que el despoblamiento aborigen de nuestro litoral se dio de manera acelerada, lo confirma el "Principe de los cronistas de Indias" don Pedro Cieza de León (1518?-1554) en su famosa Crónica del Perú, por lo menos en el caso de los indios guancavilcas. Cieza de León escribió hacia 1553 que: "Muchos indios de los Guancavilcas sirven a los españoles vecinos de esta ciudad de Santiago de Guayaquil: y fin ellos consta en su comarca y jurisdicción los pueblos de Yagual, Colonche, Chinduy, Chongón, Daule, Chonana: y muchos otros que no quiero contar, porque va poco en ello." Líneas más adelante escribe: "La mayor parte de ellos se ha consumido y acabado. De los que quedan por la voluntad de Dios se han vuelto cristianos algunos y poco a poco van olvidando sus costumbres malas, y se allegan a nuestra santa fe..." Si tomamos en cuenta 1537 como el año definitivo del asentamiento de Guayaquil, el cronista hace esta apreciación apenas 15 años después de la presencia estable de los hispanos.
De la referencia anterior, tal parece que para Cieza de León, todos los pueblos mencionados eran Guancavilcas y estaban bajo la jurisdicción de la recién fundada Santiago de Guayaquil; sin embargo, otro cronista casi contemporáneo al referido parece ser más agudo en su observación al discernir entre Guancavilcas y Chonos que poblaban la ciudad de aquel entonces: se trata del fraile Reginaldo de Lizarraga (1545?-1615) quien anota sobre la ciudad de Guayaquil que: "Viven en esta ciudad y su distrito dos naciones de indios, unos llamados guamcavillcas, gente bien dispuesta y blanca, limpios en sus vestidos y de buen parecer; los otros se llaman chonos, morenos, no tan políticos como los guamcavillcas; los unos y los otros es gente guerrera; sus armas, arco y flecha. Tienen los chonos mala fama en el vicio nefando; el cabello traen un poco alto y el cogote trasquilado, con lo cual los demás indios los afrentan en burlas y en veras; llámanlos perros chonos cocotados, como luego diremos." La transcripción procede del libro primero de la llamada "Descripción colonial", cuyo verdadero título es "Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile". Al respecto debo acotar que la denominación de Chonos, es la que arqueológicamente se llama cultura Milagro-Quevedo, cultura que compartía parte del territorio de la cuenca del río Guayas con los Guancavilcas, y más bien estaba asentada hacia el interior del litoral ecuatoriano.
Nota aclaratoria.- No pensaba escribir un artículo más extenso del que ya está originándose, el alcance del título sucedió ser más complejo de lo esperado y si bien dice "Los Chongones, un mono y dos santos", seguro que habrán notado que apenas he tratado de los Chongones... Vale la aclaración porque aún me falta exponer de la comuna en sí "Chongón", su mono y claro, "los dos santos". En consecuencia apenas he comenzado y ya hay material para dos partes más.
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